miércoles, 9 de abril de 2014

El dolor del pasado


  Era cerca de las seis de la tarde, un día como otro cualquiera,sin embargo especialmente soleado pero con frío. Me encuentro en el tren en dirección la Coruña , estaba leyendo un libro para entretenerme que me había regalado mi madre cuando cumplí los veinticinco, aunque también de vez en cuando  iba mirando por la ventanilla admirando los campos de Galicia ,esos campos de verde color que con los ligeros rayos del sol la naturaleza hermosa resplandecía, aquel paisaje paz trasmitía


  En la Coruña me esperaba mi amiga Clara, ella y yo somos como hermanas, íbamos juntas al instituto y también fuimos a la misma universidad. Recuerdo como si fuera ayer cuando nos escondíamos en las calles de Madrid para que ninguno de nuestros padres nos vieran fumando. Sinceramente echo mucho de menos esos momentos tan agradables, inesperados y alocados que ella y yo vivíamos. La razón de este viaje era que la madre de se Clara le habían diagnosticado una enfermedad muy grave, a su madre la habían destinado a la Coruña hace bastantes años por temas de trabajo. 

  Ya había llegado a la estación justo en ese momento vi a la Clara, nos dimos un abrazo y nos fuimos a su casa. Al llegar me impresionó el piso tan antiguo y tan destartalado allí solo vivían personas mayores de sesenta años, subiendo las escaleras vi un vecino que estaba en el suelo, me preocupé pero clara en ese momento me dijo que pasásemos de él porque era un borracho. 

  Habían pasado ya dos semanas esa misma mañana leí en el periódico que hubo un asesinato en esa misma calle el señor se llamaba Alonso Fernández . A mi esa noticia me había revuelto el estómago, Clara me contó que había hecho un mes del asesinato de otro hombre.  

    A la mañana  siguiente Clara me invitó a tomar un café me contó que su madre cuando era pequeña había sufrido malos tratos por parte de su padre, él era un alcohólico y en una de esas de veces que el le pegaba, ella lo mató en defensa propia pero ese suceso a su madre siempre la perturbaba y del que no hablaba. 

Nos separamos Clara y yo tristes y esperando volver a vernos pronto.

   Un mes después recibí una carta de Clara, en ella me decía que estaba pasando uno de los peores momentos de su vida. Me confesó que la enfermedad grave de la madre, era una enfermedad de tipo mental, desarrollada por lo que sufrió en la infancia y adolescencia. Llena de dolor, confesó que la autora de los dos crímenes que me había contado había sido su madre y que ahora estaba definitivamente ingresada en un centro psiquiátrico.




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